Sueño.
Existe un gran número de creencias populares y celebres frases de origen diverso sobre los sueños. De ellos se dicen cosas como éstas, y algunas de ellas incluso se usan como supuestos en la teoría del sueño: Nada existe si antes no ha sido soñado (sobre la voluntad). La vida es sueño (como en la película Matrix o en el poema de Calderón). El sueño eterno (la muerte). Hecho del material de los sueños (las ilusiones). El valor premonitorio de los sueños (la precognición). Consultarlo con la almohada (la reflexión y la duda). Aprender inglés mientras se duerme (la memorización inconsciente de la información). El arte de soñar (que le pregunten por ejemplo a Lovecraft sobre los profundos).El sueño y el deseo (la version de Freud).
Si deseas saber más sobre este tema te comparto el vinculo en donde lo puedes leer todo completo:
http://www.ugr.es/~setchift/docs/conciencia_capitulo_19.pdf
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El sueño como lenguaje en la poética de Borges.
Si deseas saber más sobre este tema te comparto el vinculo en donde lo puedes leer todo completo:
http://www.antoniomiranda.com.br/colaboradores/elga_laborde_borges.pdf
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El sueño y el inframundo.
http://es.scribd.com/doc/37656212/James-Hillman-El-Sueno-y-el-Inframundo
Diez consejos para mejorar la memoria dos de
las mentes más entrenadas en Latinoamérica explican cómo ejercitarla a diario. La
memoria es una de las llamadas funciones cerebrales superiores y aunque existen
diferentes tipos, no es un patrimonio exclusivo de los humanos. Por otro lado,
a veces la gente solo relaciona el término con tareas comunes como recordar
nombres, fechas, números de teléfono o incluso, dónde dejaron las llaves. De
ahí que cualquier falla en estos procesos sea motivo de preocupación y de presunción
de males mayores.
Lo puedes leer todo completo:
http://www.eltiempo.com/estilo-de-vida/salud/como-mantener-una-buena-memoria/16372892
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Sincronicidad: la ciencia detrás de las casualidades significativas.
Carl Gustav Jung y otros autores analizan qué se esconde detrás de la casualidades.
Para ver el mundo en un grano de arena, Y el Cielo en una flor silvestre, Abarca el infinito en la palma de tu mano Y la eternidad en una hora.
—William Blake
Algunas claves sobre la sincronicidad o las casualidades
significativas
Todos hemos
experimentado coincidencias de hechos a los cuales no les solemos dar más
importancia que la de una llamativa curiosidad. Estamos pensando en
alguien y, justo en ese momento, recibimos una llamada suya; nos acordamos de
una persona que hace mucho tiempo no tenemos en mente y nos la encontramos
luego en la calle, o bien suena una canción en la radio que está muy
relacionada con algo que sucede en ese justo momento. Algunas personas narran
experiencias que nos pueden parecer aún más asombrosas, como soñar con hechos
que luego suceden o percibir en la distancia un accidente o la muerte de
alguien cercano.
Desde una perspectiva eminentemente
racional, estos hechos son una cuestión de azar, casualidades a las que no
hay que prestar más importancia de la que tienen. Por su parte, los hechos
extraordinarios son considerados invenciones de personas que quieren llamar a
la atención o interpretaciones erróneas de hechos objetivos.
Sin embargo, el psiquiatra
suizo Carl
Gustav Jung vio, en las casualidades de hechos altamente
improbables, la expresión de un fenómeno que merecía ser estudiado con
rigurosidad. En este sentido acuñó el término sincronicidad, al que definió
como la presentación simultánea de dos hechos que no se encuentran vinculados
por una relación de causa y efecto, sino por su significado.
¿En qué consiste la sincronicidad según Jung?
El desarrollo del concepto
de sincronicidad surge a partir de la colaboración entre Carl
Gustav Jung y Wolfgang Pauli, un premio nobel de física y uno de los
padres de la mecánica
cuántica. Es por tanto un concepto en el que confluyen
planteamientos de la física y la psicología. La colaboración de estos autores
se vio plasmada en 1952 con la publicación del libro conjunto Sincronicidad
como principio de conexiones acausales. En dicho libro se plantea la
sincronicidad como un elemento clave para la comprensión de la relación entre
la psique y la materia.
Jung describe tres categorías
de sincronicidad: en la primera se presenta la coincidencia entre un contenido
mental (pensamiento, sentimiento, un sueño)
y un acontecimiento externo (se recibe una llamada de alguien en la que se
estaba pensando). La segunda es la coincidencia entre una visión interna y un
suceso que sucede lejos de allí (soñar con un accidente o la muerte de una
persona que sucede en la realidad). La tercera consiste en tener una imagen de
algo que posteriormente acontece en el futuro. Se resalta que las imágenes en las
que se basa la sincronicidad no necesariamente se presentan de manera literal
sino que pueden manifestarse de manera simbólica.
El pensamiento racional no acoge
este tipo de fenómenos, así que a la hora de desarrollar el concepto de
sincronicidad, Jung recurre a lo que se suele denominar como pensamiento
oriental. Este tipo de pensamiento se encuentra relacionado a lo que usualmente
nos referimos cuando hablamos de intuición.
Pensamiento occidental vs pensamiento oriental
El pensamiento racional, mecanicista y
materialista en el que se sustenta la visión de mundo occidental desde la
ilustración, y que es la base de nuestras creencias, presupone la linealidad
del tiempo y la causalidad de los fenómenos.
Desde este paradigma, la
ciencia se cuestiona la causa de los fenómenos con la intención de controlar y
predecir acontecimientos. En su metodología es esencial construir modelos y
abstracciones basadas en generalidades estadísticas. Los casos aislados, los
que se salen de la norma, como es el caso de las sincronicidades, son
inaprensibles a partir de una aproximación estadística, por lo tanto no son
contemplados por la ciencia, ni por nuestro sistema de creencias construido
bajo la misma lógica e influencia.
Sin embargo este no ha sido el modo
de pensar predominante en la historia de la humanidad, ni lo es aún hoy en
diversos contextos culturales. Jung consideraba que la sincronicidad era un
fenómeno coherente con cosmovisiones orientales, como la china de donde emergió
el taoísmo o
las cosmovisiones de la india milenaria, las cuales poseen una concepción del
tiempo y el espacio distinta a la nuestra.
El pensamiento oriental, en el
que también es necesario incluir muchas de las cosmovisiones indígenas,
considera que todos los elementos del universo se encuentran vinculados
formando una unidad. La realidad concreta, es decir, lo que observamos, se
considera como una manifestación ilusoria de un principio subyacente. Cada
elemento del universo es considerado como un reflejo de algo superior que lo
engloba. El universo es visto como un gran organismo en el que cada elemento
que lo compone se encuentra intrínsecamente interrelacionado y a la vez es un
espejo de este. El individuo es pues considerado como un microcosmos que
refleja la dinámica del macrocosmos, del universo entero.
Desde la lógica de un universo visto
como una totalidad, compuesta por elementos interdependientes, funcionando bajo
el influjo de un principio subyacente, al suceder un acontecimiento el
cuestionamiento natural no sería sobre su origen o causa, como lo solemos hacer
nosotros, sino acerca de qué otros acontecimientos pueden ocurrir de manera
simultánea.
Desde la perspectiva oriental se
entiende que cada momento en el universo posee una cualidad particular, con la
que resuenan todos los elementos de manera sincrónica. Este tipo de lógica
sería el sustento de la astrología o de los oráculos. En el momento del
nacimiento de un individuo, los astros se encuentran en determinada posición y
simbólicamente hay un registro de ello en cada persona, que se ve condicionada
por ello.
De la misma manera, al consultar un
oráculo, las cartas tarot, las señales del caparazón de la tortuga etc., no se
presentan de manera aleatoria, sino que se corresponden al momento y situación
particular de la que emerge el cuestionamiento; y por esta relación se le puede
otorgar un significado simbólico a cada uno de estos hechos. En este esquema,
la sincronicidad sería ese fenómeno que permitiría entender ese nexo entre el
cuestionamiento del consultante y la composición de los elementos del oráculo.
La dimensión simbólica en la sincronicidad
Jung resalta cómo en el
pensamiento oriental se les otorga a los números, además de su función
cuantitativa, una dimensión cualitativa y simbólica. Para ejemplificar lo
anterior, narra un corto cuento de la tradición china sobre la historia de un
reino que tenía que decidirse por entrar o no entrar en guerra. Como no había
consenso, el consejo de sabios realizó una votación; el resultado fue 3 votos a
favor y 5 en contra. Sin embargo, el rey decidió entrar en guerra porque el 3
era el número de la unanimidad. Los números, al igual que la sincronicidad, son
considerados como intermediarios entre el mundo cotidiano y el espiritual.
La concepción de que existe un
principio unificador en el universo, una extraña fuerza que es origen y motor
de todo, y que brinda armonía y estructura en el caos, ha estado presente en
diversas filosofías y cosmovisiones. A este principio unificador se le ha
llamado Tao, Logos, Sentido y con características similares es el fundamento de
las principales religiones orientales como el Taoísmo, el Budismo,
Hinduismo, el Zen. A pesar de que se le ha dado diferentes nombres, todas estas
descripciones sostienen que la realidad, es decir, los elementos concretos y
observables, así como nuestras abstracciones duales, son la manifestación
externa del Uno. La historia del universo y de la humanidad sería un despliegue
de los diferentes aspectos de este principio unificador.
Se considera también que los
diferentes ciclos y ritmos presentes en la naturaleza son expresión de este
principio subyacente. Para el pensamiento oriental el tiempo no transcurre de
manera lineal sino circular, la imagen del espiral, como la de la concha del
caracol. Así, se ha considerado que el tiempo es como una expresión de los
ciclos eternos de nacimiento, muerte y regeneración. Estos ciclos están
presentes en la naturaleza, en la historia de los pueblos y en los individuos.
Muchos de los modelos y concepciones
del misticismo oriental que han acompañado a la humanidad por miles de años,
comenzaron a tener resonancias y paralelismos con las descripciones sobre la
composición y dinámica de la materia, brindadas por los físicos precursores de
la mecánica cuántica hacia 1920. Jung se percató de aquellos paralelismos
y lo vio como una oportunidad para darle solidez argumental a sus observaciones
e intuiciones sobre la sincronicidad. Por ello, decidió ahondar en aquellos
estudios, intercambiando correspondencia, ideas y hallazgos con varios de los
físicos precursores de la mecánica cuántica, entre ellos Albert Einstein y
Wolfang Pauli.
Física cuántica, pensamiento oriental y sincronicidad
La mecánica cuántica es
aquella rama de la física que se encarga de describir el comportamiento de las
partículas subatómicas, es decir, de las partes más pequeñas de las que está
compuesto el universo.
Un desconcierto similar al que
podemos vivir cuando experimentamos una poderosa sincronicidad, es decir, que
se tambalea nuestro punto de vista racional y estructurado, fue lo que vivieron
los físicos a principios del siglo pasado, cuando empezaron a descubrir la
extraña, o incluso mágica manera, en la que se comporta la materia subatómica.
El mismísimo Albert Einstein,
que con su teoría de la relatividad revolucionó la ciencia y fue precursor de
la física cuántica, se dedicó los últimos 20 años de su vida a procurar
evidenciar las inconsistencias de la teoría cuántica, ya que le parecía
increíble que el mundo funcionara de manera tan singular. Los estudios
posteriores demostraron que, a nivel subatómico, el mundo se comporta en gran
parte de un modo impredecible y paradójico, cuestionando de manera contundente
nuestro sentido común.
Experimentalmente se ha verificado
que si se afecta a alguna de las partículas la otra se ve alterada de manera
sincrónica. Si como al parecer todos los elementos que componen en el universo,
incluyéndonos, son consecuencia de una gran explosión de una masa densísima, se
puede inferir que a nivel subatómico continuamos manteniendo un vínculo con el
universo entero.
Similitudes con el pensamiento oriental
La relación entre física cuántica y
la cosmología oriental es un tema complejo y controvertido.
Es suficientemente conocido que las
partículas subatómicas se pueden comportar en ocasiones como ondas y en otras
como partículas. Quizás lo más sorprendente para nuestra mentalidad cartesiana
son los resultados experimentales en los que se evidencia que un átomo puede
estar y no estar en un lugar, o estar en dos lugares a la vez. También, que
puede girar en una dirección y a la vez en la contraria. Todo esto recuerda al
mundo de misterio de la que nos hablan tanto Jung como los místicos al
referirse el principio unificador y sus manifestaciones.
El físico David Bohm postula que en
el universo funciona un orden implicado, subyacente al orden
desplegado, reproduciendo las diferencias que hace el budismo entre el
mundo ilusorio de maya y el principio unificador. Los físicos describen también
que una gran parte de la constitución de la materia que observamos está vacía,
siendo este uno de los aspectos a los que alude el Tao.
Sincronicidad, fractales y Unus Mundus
De manera espontánea, la
naturaleza forma ciertas configuraciones geométricas que se encuentran
presentes en la forma de las hojas, los espirales de los caracoles, en las
cuevas, en la forma de los huesos, los huracanes. Esta especie de patrones de
configuración, conocidos también como fractales, son considerados en ocasiones
como manifestación en la materia, de este principio subyacente. Los fractales o
las formas geométricas arquetípicas están presentes también en algunas obras de
arte y en la arquitectura.
Las configuraciones
arquetípicas además de ser consideradas una manifestación de la
sincronicidad, es decir de un vínculo entre el mundo físico y psíquico, pueden
ser un elemento que incide en el placer estético que generan tanto la
naturaleza y el arte. No pocas personas han experimentado que la contemplación
de la naturaleza, de una pintura, o una escultura, el escuchar cierta melodía
le ha proporcionado algo más que un placer estético, y les ha brindado una
súbita comprensión no racional de la interconexión de sí mismos con el resto de
elementos del universos.
Este tipo de experiencias pueden
considerarse también como una expresión de la sincronicidad, cuando nuestro
mundo físico cotidiano se vincula por instantes con una realidad trascendente y
misteriosa.
Jung recurre al término Unus
Mundus del filósofo griego Heráclito para hacer referencia a
este principio unificador que también se encuentra de alguna manera
presente en su concepto de inconsciente colectivo. El inconsciente
colectivo se puede entender como aquella “alma del mundo” de la que emergen lo
patrones simbólicos presentes en la mitologías de todos los pueblos, y que como
los fractales, tienden a configurar, no formas sino modos de actuación típicas.
Los llamados arquetipos del inconsciente colectivo. La sincronicidad para Jung
pueden ser una manifestación de un arquetipo constelado, un modo en que el alma
colectiva incide en nuestra vida, promoviendo alguna vivencia, alguna
perspectiva.
Para Jung los fenómenos
sincronísticos estaban relacionados con momentos de gran afectividad. Es por
esto, afirma, que suelen presentarse en momentos de transición como muertes,
enamoramiento, viajes, situaciones en la que estamos en contradicción en
nosotros mismos o en una disyuntiva ante una decisión fundamental. También
pueden ser catalizados por la afectividad exaltada en una psicoterapia,
y en estados alterados de conciencia, generados por elementos naturales o
químicos.
Algunas personas suelen ser más
proclives a experimentar sincronicidades o a ser conscientes de ellas, pero en
ocasiones se presentan en personas escépticas y predominantemente
racionales, abriéndoles su perspectiva y sensibilidad a una dimensión simbólica
de la vida.
Para Jung, las sincronicidades también
podrían formar parte de la vida colectiva, como cuando los científicos sin
mantener ningún intercambio de información realizan descubrimientos
simultáneamente, siendo el caso más reconocido, la postulación casi en paralelo
de la teoría de la evolución por parte Darwin y Wallace.
La sincronicidad y el “poder de la mente”: el hacedor de
lluvia
El pensamiento
positivo y las visualizaciones (a través de la
imaginación) pueden llegar ser eficaces para la consecución de objetivos
concretos en algunas personas. Sin embargo, ni la física cuántica ni la
sincronicidad son en sí mismos argumentos científicos a favor de lo que se
suele describir como “el poder de la mente para crear realidades”, “creer es
crear” y cosas por el estilo, que guardan más relación con un pensamiento
omnipotente infantil que con la ciencia. El poder de la oración y de las buenas
energías, por su parte, todavía permanecen en el respetable terreno de las creencias
y la Fe.
La física cuántica ha evidenciado la
participación del sujeto en la realidad física observada a nivel micro físico,
y una interacción del ámbito físico y psíquico, pero de esto no se desprende
que esta incidencia pueda llegar a ser manipulada por parte de los sujetos para
obtener manifestaciones en la realidad. En el ámbito de lo micro físico
funciona la lógica cuántica, pero en nuestro mundo observable sigue funcionando
la física newtoniana y las grandes dimensiones se conducen a través de la
lógica de la relatividad de Einstein. Estas lógicas se encuentran relacionadas
pero no son extrapolables. La física se encuentra aún en la búsqueda de una
teoría unificada que integre y dé cuenta de los diferentes ámbitos.
Por su parte, la sincronicidad, así
como el Tao, hace referencia a fenómenos complejos, paradójicos,
imposibles de reducir a frases y recetas de manual de crecimiento personal. Se
alejan en todo caso de las lógicas del control, dominio, emprendimiento y
progreso con el que se suele relacionar las visualizaciones para la consecución
de objetivos. La lógica de la sincronicidad es más cercana al dejar suceder, al
resonar y fluir con este principio subyacente, y suele expresarse de una mejor
manera a través de las imágenes poéticas y literarias.
La siguiente historia de la
tradición china era la preferida de Jung para transmitir la esencia de la
sincronicidad y el Tao.
El hacedor de lluvia
En cierto pueblo chino no había
llovido durante varias semanas, por lo que se buscó a un hacedor de lluvia.
Al llegar el anciano se fue directamente a la casa que habían preparado para él
y se quedó allí sin realizar ninguna ceremonia hasta que al tercer día llegaron
las lluvias. Al preguntársele que como lo había hecho, explicó que al llegar al
pueblo, se había dado cuenta de la ausencia de un estado de armonía, de tal
manera que los ciclos de la naturaleza no estaban funcionando de manera
conveniente.Como este estado de desarmonía lo había afectado también a él, se
recluyó para reestablecer su equilibrio, y cuando este equilibrio se
restableció de acuerdo al patrón natural, la lluvia cayó.
Referencias bibliográficas:
·
Bolen, Jean Shinoda. El
Tao de la psicología. Barcelona: Kairós, 2005.
·
Capra, Fritjof El Tao de
la física. Málaga: Sirio, 1995.
·
Franz, Marie-Luise von
Sobre adivinación y sincronicidad: la psicología de las casualidades
significativas. Barcelona: Paidós, 1999.
·
Jung, C. G. La
interpretación de la naturaleza y la psique: la sincronicidad como un
principio de conexión acausal. Barcelona: Ediciones Paidós, 1991.
·
Peat, F. David.
Sincronicidad: puente entre mente y materia. Barcelona: Kairós, 1989
Lo puedes leer todo completo:
https://psicologiaymente.net/psicologia/sincronicidad-casualidades-significativas#!
Lo puedes leer todo completo:
https://psicologiaymente.net/psicologia/sincronicidad-casualidades-significativas#!
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El Psiquiatra que "descubrió"el TDAH confesó
antes de morir que "es una enfermedad ficticia".
A la psiquiatría hace tiempo que se
le ve el plumero. Son tantas las enfermedades y trastornos que se describen en
sus manuales que hoy en día lo raro es no tener nada. Después de hacer saltar
las alarmas al incluir las rabietas en el último Manual
de Pediatría DSM (la biblia de los psiquiatras) y después de ver como el
gobierno estadounidense declara en un informe que 1 de cada 5 niños tiene un trastorno de la salud mental,
cifras que parecen un insulto al sentido común de la población, porque es
imposible que tantos niños estén mentalmente enfermos, aparecen unas
declaraciones de Leon Eisenberg, el psiquiatra que "descubrió"
el TDAH, que no dejan indiferente a nadie que viva o trabaje con niños.
Lo puedes leer todo completo:
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Un cerebro a la vez: los riesgos del
"multitasking".
Hacer varias cosas al tiempo y
desviar la atención hacia distractores no sólo entorpece los procesos de
aprendizaje sino que gasta recursos que le impiden al cerebro cumplir otras
funciones.
Al ritmo del mundo de hoy hacemos
varias cosas a la vez. En la universidad o en el trabajo, los quehaceres se
mezclan con lo que nos rodea, y es así como, mientras estamos leyendo un libro
o estudiando para un examen, llegan mensajes al celular, suena música de fondo
o aparece cualquier elemento de distracción que de alguna manera entorpece el
proceso de aprendizaje.
El enlace completo para ver el
artículo:
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El peligro del
"multitasking.
Lee un par de líneas de un artículo
en Internet consulta el correo electrónico responde un mensaje de texto lee
otras dos líneas habla por teléfono mira una serie en la televisión responde un
mensaje de texto atiende el asado en el horno… O revisa el correo electrónico
responde a un mensaje de un cliente habla por teléfono con un colega revisa el
correo electrónico confirma una cita con un amigo por mensaje de texto compra
un regalo para tu pareja en una tienda online revisa el correo electrónico
redacta un informe… Y todo al mismo tiempo. Sí, somos capaces. O al menos eso
creemos.
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